Introducción
Abordaremos el análisis de La guerra de las galaxias, de George Lucas, basado en su mayoría en fragmentos textuales extraídos de las películas, buscando los diferentes géneros e intertextualidades que subyacen a su argumento. Para hacerlo, retomamos a Roland Barthes[1] en su planteo de que “entenderemos por lenguaje, discurso, habla, etc, toda unidad o toda síntesis significativa, sea verbal o visual.” Nos aproximaremos desde la perspectiva del héroe que, según lo define Joseph Campbell, es “aquel capaz de hacer algo que excede lo normal, que da su vida por algo mayor que él”[2], centrándonos en el camino que recorre, las circunstancias extraordinarias de su nacimiento y el acto de redención que realiza al final de la saga.
En palabras de Lucas, Star Wars no es otra cosa que “una batalla entre una alianza rebelde heroica y un malvado imperio galáctico”[3]. Sin embargo y aunque la intención original puede haber sido realizar una “telenovela espacial al estilo de los años 30, como Flash Gordon”[4], esta epopeya de “héroes, villanos y alienígenas de mil mundos”[5] trasciende cualquier intento programático de clasificación genérica. Para crearla, Lucas retomó elementos filosóficos, mitológicos y religiosos de diferentes tradiciones.
El híbrido creado por Lucas bordea constantemente el límite entre la fantasía, la épica, la novela de aventuras y la ciencia ficción. De manera análoga, si bien la historia se sitúa en un tiempo lineal y ocurre en un pasado remoto, “hace mucho tiempo en una galaxia muy muy lejana”, la acción ocurre en el marco de una ambientación futurista. < align="justify">En un primer momento parecería que se ubica bajo el dominio de la ciencia ficción[6], pero los elementos científicos y técnicos utilizados no están tratados con el máximo rigor (como sí ocurre, por ejemplo, en 2001: Una Odisea en el Espacio, de Stanley Kubrick) sino subordinados a la función estética de conseguir una ambientación galáctica. Del mismo modo, otro género bajo el cual se la podría ubicar es en la novela de aventuras: en la saga, al igual que en el resto de las obras que responden a esta definición, se narran las peripecias de un personaje que emprende un viaje hacia lo desconocido con el fin de hallar algún elemento de vital interés. Incluso se toman elementos de los cuentos de hadas debido a que la historia posee un tinte fantástico. “Es posible observar – como señala Todorov - que los personajes de los cuentos fantásticos (aunque diferentes en su apariencia, edad, sexo, género de preocupaciones, estado civil y otros rasgos estáticos y atributivos) cumplen, a lo largo de la acción, los mismos actos.”[7]
Desde otra perspectiva, adquiriría mayor importancia el trasfondo épico.[8] Esto se debe a la insistencia con que la saga intenta transmitir valores de ejemplaridad recordando aquellos “poemas homéricos [..] aceptados por todos los griegos, hasta la época de consolidación de la escritura [..] como educación integral”[9]. En ellos se fijaba “la experiencia cultural de un pueblo arcaico [..] como un mito que compartían todos los integrantes de su cultura”[10]. Es posible pensar, entonces, el dispositivo de adoctrinamiento presente en la saga como “la mistificación que trasforma la cultura pequeño burguesa en naturaleza universal”[11].
La respuesta a esta compleja red de integración genérica y temática creada por Lucas encuentra su fundamento último en la creación de modelos arquetípicos, es decir, en las “formas o imágenes de naturaleza colectiva que toman lugar en toda la tierra, que constituyen el mito y que al mismo tiempo son productos autóctonos e individuales de origen inconsciente”[12] Lo que se intenta demostrar es la existencia de bases psicológicas milenarias por las cuales la gente reacciona de la misma manera ante las mismas historias.
El camino del héroe
En su libro El héroe de las mil caras, psicoanálisis del mito[13], Joseph Campbell establece la estructura básica del itinerario del héroe. “El camino común de la aventura mitológica del héroe –nos dice- es la magnificación de la formula representada en los ritos de iniciación: separación-iniciación-retorno, que podrían recibir el nombre de unidad nuclear del monomito”[14]. En la ampliación de la estructura de estos ritos[15], el viaje consta de doce estadios que intentaremos analizar centrándonos en los personajes de Anakin Skywalker y su hijo, Luke.
El héroe es un niño común (esclavo en el caso de Anakin, granjero en el de Luke) que se topa con elementos sobrenaturales que alteran su percepción del universo. El ámbito al que el héroe pertenece antes del comienzo de su aventura, y que Campbell denomina mundo ordinario, es el mismo para ambos: Tatooine, un planeta alejado y pequeño por fuera de la jurisdicción de la galaxia.
Es allí, donde se presenta el segundo estadio del héroe, el llamado a la aventura, que consiste en un desafío. En el caso de Anakin, se trata de la carrera de vainas, donde se define el futuro de la misión de los caballeros Jedi Qui Gong Ji y Owi Wan Kenobi de proteger a la princesa Padme así como también la puesta en libertad de Anakin mismo, su liberación de la condición de esclavo y su unión a la orden de los Jedi.
La reticencia al llamado, que instituiría el tercer estadío (el rechazo a la aventura) para este personaje tiene un motivo eminentemente afectivo: la dificultad que implica abandonar a su madre. En el caso de Luke, es a partir una coincidencia fortuita que se aproxima a su destino de héroe. Al entrar en contacto ocasional con un pedido de auxilio de la princesa Leia para Obi-Wan, que estaba escondido en el droide R2D2, Luke se convertirá en piloto desafiando así la voluntad de sus tíos, que se esfuerzan por retenerlo a su lado y que constituyen, como la madre en el caso de Anakin, el obstáculo al que habrá de sobreponerse el héroe para atender al llamado.
El héroe enfrenta una serie de pruebas que determinan la forma en que aprenderá las reglas del nuevo mundo al que ahora pertenece, acompañado por un mentor o ayuda sobrenatural que lo informa y entrena para su aventura. Obi-Wan-Kenobi, el anciano sabio que ocupa el rol de figura paterna que alienta y da consejos, será el maestro de Anakin, y Yoda, el Jedi que se expresa de manera oracular utilizando el recurso del hipérbaton, el de Luke. Si tomamos una frase de Yoda, “Difícil de ver el lado oscuro es”, es interesante señalar como esa inversión del orden sintáctico dificulta la comprensión inmediata de la frase. De esta forma, se recupera una idea que subyacía, mucho tiempo antes, en la escritura de Heráclito: no alcanza con los sentidos para aprehender el verdadero contenido de un mensaje, la verdadera comprensión necesita del esfuerzo del intelecto, por eso el estilo del discurso debe permanecer oculto a la percepción y activar el entendimiento con su dificultad. Además, recuperando la idea impartida por Sócrates a los antiguos: el maestro no puede revelar ninguna verdad a su discípulo, el conocimiento no se imparte, apenas se acompaña al alumno en el descubrimiento del mismo.
Tanto Anakin como Luke reciben el entrenamiento de los caballeros de la orden Jedi y a través de ellos entran en contacto con el elemento sobrenatural y superior que rige la galaxia: la Fuerza. Así, Anakin y Luke abandonan sus respectivos mundos ordinarios para ingresar en otra dimensión especial o mágica -la comunidad Jedi en caso de Anakin, el aislamiento y el entrenamiento de Yoda en el de Luke- donde comienzan a regir parámetros y valores diferentes. “Libera tu conciencia- le ilustra Obi Wan a Luke- y escucha tus instintos. Tus ojos pueden engañarte. No confíes en ellos. Explora tus sentimientos.” El héroe no solo tiene un instrumento físico, la espada láser, que según Obi Wan Kenobi es “un arma más precisa para una época más civilizada”, sino también un compromiso psicológico: la idea de actuar por el instinto. El hecho de que la espada se use “para defender, no para atacar”, siguiendo de esta forma la filosofía que plantean las artes marciales orientales, nos incita a pensar similitudes con el arma de un caballero, y nos remite a las novelas de caballería como La leyenda del Rey Arturo. Finalmente, al ver los avances de su joven aprendiz, le celebrará sus pequeños triunfos: “Has dado el primer paso hacia un mundo más grande”.
Luke, en un principio, es reticente a creer que es posible utilizar a la fuerza como aliado: “Mover las piedras es una cosa. Esto es totalmente diferente”. Pero Yoda le contesta: “¡No es diferente! Solo es diferente en tu mente. Debes olvidar lo que has aprendido.”
Sin embargo, Anakin comienza a dudar de la ética de los Jedis: “A veces me pregunto que le está pasando a la orden de los Jedi. Creo que esta guerra corroe los principios de la República” y empieza a volverse más ambicioso “Algo está pasando. No soy el Jedi que debería ser. Quiero más. Y se que no debería.”
Es en este estadio del itinerario donde las aguas finalmente se separan entre Anakin y Luke. Si hasta ahora lo que notábamos eran una serie de coincidencias en el destino de ambos personajes, uno de los factores determinantes para el resto del viaje los separará por completo: mientras el enemigo al que Anakin se enfrenta, sin lograr oponérsele, es el Sith escondido tras la mascara del emperador Papaltine, será Anakin mismo, transformado en Darth Varder, a quien Luke deberá enfrentarse en su aventura.
A estas pequeñas pruebas sobreviene un estadio clave del camino del héroe: la prueba más difícil o traumática de la aventura. Se trata de una situación de vida o muerte que determina el destino de aquel que la atraviesa. Esta es la prueba que Anakin no lograra superar y que lo convierte al lado oscuro de la Fuerza. Aún siendo un aprendiz de Jedi y arrastrado por la soberbia juvenil, Anakin será doblegado por el lado oscuro y convertido en aprendiz del Lord Sith durante su enfrentamiento con Palpatine. Luke, dueño de una templanza de espíritu mayor a la de su padre, destruirá el centro de operaciones más peligroso del imperio liderado por Lord Sidious: la Estrella de la muerte. Como recompensa por su desempeño, Luke recibirá el entrenamiento del mayor maestro de los Jedi, el sabio Yoda. El camino de Anakin, en cambio quedará interrumpido hasta casi el final de la saga.
Como casi todos los viajes, el itinerario recorrido por el héroe también tiene un camino de vuelta: el regreso del héroe al mundo ordinario. Desde nuestra perspectiva, este tramo del recorrido adopta el modelo de la Anábasis[16], que según Alain Badiou consiste en la “libre invención de una errancia que será a la postre un retorno, un retorno que, antes de ella, no existía como camino de vuelta.”[17]. Asimismo, es posible pensar que el camino que luego de la victoria de los Sith van a recorrer los Jedis que queden en el exilio es similar a este movimiento que “designará la retirada hacia su casa, un movimiento de gente extraviada fuera de lugar y fuera de la ley”[18]. El término proviene de un ejemplo griego, y si el núcleo duro de la fuerza militar griega era la disciplina podemos pensar que los Jedis, en su diáspora, tienen una “suerte de principio de extravío” como “en la raíz de la anábasis”.
Bajo la denominación delineada por Campbell como resurrección del héroe, el viajero debe enfrentar una última prueba en la cual, a partir de la puesta en práctica de todo lo aprendido, se enfrenta con la muerte. Para Luke, está constituido por el momento en el que, a pesar de su misericordia hacia su padre, se ve en la obligación de tener que darle la muerte. El resultado es la restitución del orden en la galaxia constituyéndose, a través de este acto, el último de los estadios: el regreso con el elixir, el elemento capaz de ayudar a todos en el mundo ordinario.
Retomando ahora sí el camino de Anakin, que no ha podido concluir su viaje como héroe, diremos que, en el Episodio VI, Luke redime a Darth Varder del lado oscuro de la Fuerza. Si la redención consiste en el acto de liberación a costa de un precio, [19] el precio pagado por Varder es su propia vida. Al sacarse la máscara para ver la cara de su hijo con su verdadero rostro, Darth Vader muere. Es por eso que en la escena final de la película, este personaje vuelve a aparecer como el Jedi Anakin Skywalker junto con los espíritus de Yoda y Obi Wan Kenobi.
Retomando el tópico barroco del libre albedrío[20], que se refiere a que el hombre no esta subordinado a la predestinación, Luke salva a su padre en contra de lo sentenciado por Obi Wan: “No puedes escapar de tu destino. Debes enfrentarte a Darth Varder”. Sin embargo, la profecía que anuncia la restitución del orden de la galaxia a través de la intervención de un joven con una gran presencia de la Fuerza, se cumple; confirmando, a su vez, lo que Yoda había sugerido, es decir, que “una profecía que malinterpretada pudo haber sido”. Yoda mismo anteriormente le explicaba a Luke que es imposible saber realmente que va a suceder en el futuro “Es difícil verlo. El futuro siempre está en movimiento.”
Luke se debate interiormente entre cumplir con su deber[21] y los sentimientos que tiene hacia su padre: “No puedo asesinar a mi propio padre”. Siente compasión por él: “hay bondad en él. Lo sentí. [...] Puedo salvarlo. Puedo retornarlo al lado bueno”. La misericordia que siente Luke por su padre, que es una característica innata al comportamiento de un verdadero Jedi, es la que lleva a que el nuevo equilibrio se disponga y provoca que Luke complete su entrenamiento y se convierta en un Jedi. Así, si la redención presupone la elevación del hombre a un estado sobrenatural, consideramos el pasaje de ser aprendiz a ser Jedi como una transformación que eleva al individuo más allá de su propia naturaleza, ya que los Jedis son defensores de la paz, con altos ideales, honorables, capaces de determinar su accionar y asegurar la paz de la galaxia.
En esta galaxia, como en todos los sistemas teológicos, “hay un punto umbilical donde la posibilidad de conocimiento se debilita”[22]. De los elementos que forman parte de ese locus incognoscible, el nacimiento de Anakin Skywalker es el que requiere, desde nuestra perspectiva, ser considerado con mayor detenimiento. Esto se debe, sobretodo, al hecho de que recuperando la idea de Lucas de fusionar diversas tradiciones a través de la construcción de figuras arquetípicas, este personaje establece diferentes intertextos en cuanto a su origen.
Tomando en cuenta que los héroes –aunque haya algunos reparos para ubicar a Skywalker bajo esa definición- siempre nacen bajo circunstancias sobrenaturales, el misterio que tiende Lucas en torno al nacimiento del pequeño esclavo de Tatooine no tendría porque ser llevada más allá de la construcción arquetípica de un posible héroe, que implicaría que a pesar de tener naturaleza de héroe el mismo debe ser a la vez un hombre común con el que la gente pueda sentir empatía. Sin embargo, es en el tipo de “circunstancias extraordinarias” que rodean su nacimiento donde se encuentra el verdadero sentido de su origen.
Los primeros hombres, siguiendo el Evangelio según San Juan, “no nacieron de la sangre, ni por voluntad de la carne, ni por voluntad del varón, sino de Dios”[23]. Más tarde, continuando esta tradición de reproducción asexuada inaugurada con Adán y Eva, Dios también engendraría a su propio hijo, por la intervención de su única voluntad, en el vientre de una mujer. El nacimiento de Jesucristo es el modelo recuperado en el nacimiento de Anakin: su madre declara que “no hubo padre” y sin embargo, la enorme presencia de la Fuerza en el joven Skywalker, (medida por la cantidad de midiclorianos en su sangre) siempre se abre a ser interpretada como la “voluntad” responsable no solamente de su generación sino también de su destino.
Así como Jesucristo es enviado a cumplir la voluntad de Dios en la tierra, Anakin, bajo una profecía similar a la que anunciaba la venida del Logos encarnado, invita a ser pensado como una especie de “Mesías”, encargado de hacer cumplir la voluntad de la Fuerza. Al igual que lo que sucede con Cristo, Anakin tendrá que morir para que, finalmente, se recupere el equilibrio de la Fuerza.
Reminiscencias aristotélicas
En el libro IV de Metafísica, Aristóteles se refiere a los principios universales como aquellos comunes a todas las ciencias[24]. Estos, a su vez, encuentran su fundamento en un primer principio[25] que a pesar de ser verdadero y aceptado por todos, no es plausible de comprobación. De manera análoga, haciendo extensiva esta idea, podríamos considerar que cada ámbito particular se sostiene en un principio último que adopta formas disímiles y recibe diferentes nombres. En la galaxia que George Lucas crea, adopta la forma y el nombre de la Fuerza.
En el marco de los arquetipos utilizados por Lucas para “reducir todo a temas universales de bases psicológicas milenarias”[26], la Fuerza, como Obi Wan le explicará al joven Luke, es “un campo de energía creado por todos los seres vivientes. Nos rodea, nos penetra. Es lo que une la galaxia”. Su presencia se da en la forma de midiclorianos, que son “una forma de vida microscópica que reside en todas las células vivas (...) sin los midiclorianos, la vida no podría existir y no sabríamos de la Fuerza”.
“Los efectos de la creación -como señala Joseph Campell al referirse, aunque bajo otro nombre, a la noción del primer principio aristotelico[27]- son múltiples, complejos y de especies mutuamente contradictorias”[28]. En el caso de la fuerza, la contradicción radica en hacer presente, dentro de sí, la polaridad del bien y del mal. En una posible remisión, un tanto vaga tal vez, al mítico Dark side of the moon, lanzado tres años antes de la primera película de la saga, Lucas identifica al “mal”, el costado negativo de la polaridad, como “el lado oscuro de la Fuerza”.
Si bien, a primera vista, resulta un tanto reduccionista remitir a la Fuerza a esta antinomia ética fundacional, lo novedoso en el planteo de Lucas es que ambos polos tienen su origen en una misma raíz: depende del uso particular que se hace de la Fuerza lo que derive de ella. Un ejemplo paradigmático de este uso es la conversión de Anakin al lado oscuro: lo hace porque cree que así conseguirá evitar la muerte de Padme.
Influencias del budismo
De un acto surgido del amor resulta una catástrofe. Como señala Yoda “el miedo a perder es un camino al lado oscuro”. Esta idea se confirma en una enseñanza budista[29] impartida por Siddharta Gautama y recopilada en el Sutra[30]: “Los deseos son causa de dolor porque no pueden ser satisfechos indefinidamente”[31].
La figura de Yoda, que según confiesa Lucas fue dibujada utilizando como base las arrugas de Einsten, (prototipo paradigmático de la inteligencia humana) tiene un comportamiento similar al de un Buda. Esta conjetura se confirma no solo en el hecho de que, al igual que Buda, Yoda es el encargado de impartir una doctrina entre sus discípulos sino en el que al morir adopta una posición similar a la de Buda: “reclinado sobre el lado derecho del cuerpo, las piernas unas sobre otra, la mano derecha bajo la mejilla, la cabeza vuelta hacia el norte y el rostro hacia el oeste.” Como Buda, Yoda elige morir porque cree que la muerte es parte del curso natural de la vida y, en el episodio VI, afirma: “Fuerte soy con la fuerza, pero no tan fuerte. El atardecer se acerca y pronto caerá la noche. Así suceden las cosas. Es la manera de la fuerza.”[32].
Así como la doctrina budista implica “dominarse según el código fundamental de disciplina, ser frugal, ejercitar los mas elevados estadios de la conciencia” la doctrina de los Jedi también posee un código y deben “comprometerse plenamente y tener una mente seria”. Los Jedis, además, se reúnen en un consejo, similar al “Concilio, asamblea de religiosos de alto rango que se reúnen para regular cuestiones de disciplina o de doctrina” y deben ser entrenados desde niños, antes de comenzar a moldear su propio carácter. Al igual que los Budas, sus características físicas son evidentes desde su nacimiento, son seres con habilidades especiales, “son abnegados. Solo les importan los demás”. Al igual que la enseñanza impartida por el sutra budista: “Las ataduras ligan al hombre a su infeliz condición y deben ser rotas una a una para acceder al Conocimiento”, los Jedis, durante su entrenamiento, deben dejar de lado las ataduras terrenales, por eso no pueden, por ejemplo, contraer matrimonio.
En todas las tradiciones, existe la idea de que siempre hay algo final adonde llegar, una meta, algo que todos quieren encontrar: para los Jedi, esta meta se encuentra dentro del plano de lo terrenal. Lo mismo ocurre con el budismo, cuya meta consiste en el Nirvana, un estado psicológico de la mente y no un lugar en el cielo como la concepción judeocristiana. Este lugar es posible de ser alcanzado siempre que uno no está motivado por el deseo o por el miedo. “A quien no siente ansiedad por este mundo ni del próximo esta exento de deseo y se ha emancipado, a ese llamo yo un brahman.” Cuando uno está centrado y actúa a partir de ese centro puede encontrar la iluminación. El héroe debe recorrer solo su camino, sin ayuda de nadie: el maestro solo le puede mostrar el camino pero no lo puede ayudar a recorrerlo. De manera análoga, Buda le enseña el camino a sus seguidores, que luego llegarán a la iluminación por sí solos.
Retomando lo que plantea el filósofo Esteban Ierardo, acerca de que “el mito es una narración que, desde un lenguaje simbólico, recupera los orígenes, el mundo en su inicial creación divina”; en la creación de arquetipos que Lucas realiza nos encontramos con un intento de búsqueda de respuestas frente a un mundo que no se comprende. En una sociedad sin un mito para soportarla y darle coherencia. La guerra de las galaxias nos muestra que finalmente se despuntan los binarismos y el bien triunfa sobre el mal. Lucas mismo, en una entrevista, refiriéndose al episodio en el que los ewaks derrotan al imperio usando sogas y ropa afirma “Con voluntad y fe se puede superar cualquier cosa” ya que “No importa cuan avanzada esté la maquinaria, si hay voluntad popular, siempre se gana” demostrando así que no se necesita la tecnología.
Conclusión
Lo que la película constantemente intenta demostrar –sin dejar de mostrarse reduccionista[33] en su oposición del bien y del mal- es que uno debe seguir el camino correcto. Incluso si traducimos el nombre del héroe que restablece el orden de la galaxia, Skywalker, vemos que significa “el que camina sobre el cielo”, lo que le agrega un tinte moral al nombre, ya que caminar sobre el cielo implicaría estar en el lugar correcto.
Como señala Ierardo[34] “la relación del mito con el arte alimenta la esperanza romántica de una superación de la visión racionalista del mundo.” Desde esta perspectiva, la vuelta a la mitología que propone Lucas intenta demostrar, como lo señalamos anteriormente, y siguiendo las preceptivas jungianas, que “hay bases psicológicas milenarias por las cuales la gente reacciona de la misma manera ante las mismas historias”.
Sin embargo, es necesario remarcar que lo que contribuyó al éxito masivo de la película fue el contexto político en el que fue exhibida: recién finalizada la Guerra Fría, el cinismo frente a los líderes luego del desastre de Vietnam era lo que preponderaba. Era necesario crear algo nuevo en que creer, Una nueva esperanza, para sacar al país del pesimismo en el que estaba sumido después de la depresión de finales de los 70: un héroe que triunfara y fuera capaz de restablecer el orden.
Finalmente, el hecho de que la saga sea inclasificable desde el punto de vista genérico encuentra su fundamento en el recurso del pastiche -propio de la modernidad- y confirma, a su vez, lo señalado por Habermas acerca de que “la integración de distintos discursos es propia de la cultura contemporánea”. A modo de conclusión, podríamos pensar que en Star Wars, el arquetipo es el “molde” donde esos recursos encuentran su lugar y definen su nueva forma en la construcción de un sistema simbólico de características míticas que fuera armonioso y equitativo, aunque sea en la ficción.
[1] Barthes, Roland, Mitologías, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003. p. 201
[2]Campbell, Joseph, Entrevista, en
http://monomyth.org/index.php?module=article&view=7&MMN_position=4:4
[3] Lucas, George, Entrevista, Bonus Track, Star Wars.
[4] Lucas, George, Ibib.
[5] Lucas, George, Ibib
[6] Entendemos la ciencia ficción como un género donde los relatos presentan el impacto de avances científicos y tecnológicos, presentes o futuros, sobre la sociedad o los individuos.
[7] “Las funciones de los personajes representan las constantes: todo el resto puede variar”, en Propp, Vladimir, “Las transformaciones de los cuentos fantásticos” en Teoría de la Literatura de los Formalistas Rusos, Todorov, Tzvetan, Buenos Aires, Siglo XIX, 2004. p.178
[8] La circulación oral de relatos épicos se remonta a finales del siglo VIII a.C, en Grecia: se trataba de narraciones sobre héroes que trasmitían valores de ejemplaridad, como La Iliada y La Odisea.
[9] Historia Universal de la literatura, Volumen 1, De la antigüedad al renacimiento, , Ed Hyspamerica, Madrid, 1982. p.30
[10] Historia Universal de la literatura, Ibídem.
[11] Barthes, Roland, “Prólogo a la edición de 1970”, Mitologías, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003. p.7
[12] Jung, C.G, Physicology and Religión, Yale University Press, p.63
[13] Campbell, Joseph, El héroe de las mil caras, psicoanálisis del mito, Buenos Aires, Fondo de cultura económica, 2005.
[14] Ibib.p.---- La palabra monomito se tomó de James Joyce, Finnengans Wake.
[15] Para Levi Strauss hay actitudes, como los ritos de iniciación, que se reproducen en todas las sociedades, aunque de distinta forma. En Las estructuras elementales del parentesco señala que “Para un buen número de tribus de América del Norte, el prestigio social de un individuo está determinado por las circunstancias que rodean ciertas pruebas a las cuales los adolescentes deben someterse en la pubertad”.
[16] Anábasis es el título de un relato de Jenofonte que cuenta la historia de un ejercito de alrededor de diez mil mercenarios griegos contratados por uno de los bandos persas en su disputa dinástica. Badiou, Alain, “Anábasis” El siglo, Buenos Aires, Manantial, 2005.
[17] Badiou, Alain, “Anábasis” El siglo, Buenos Aires, Manantial, 2005, p. 110
[18] Badiou, Alain, “Anábasis” El siglo, Buenos Aires, Manantial, 2005.
[19] Jesucristo, el redentor por antonomasia, libera al género humano del pecado original a través de su pasión y muerte.
[20] Leguizamón, Susana , “Introducción” en De la barca, Calderón, La vida es sueño, Buenos Aires, Colihue, 1998.
[21] Nuevamente la película trae aparejada cuestiones que se refieren a la moralidad y al “hacer lo correcto”, resumidos en el “imperativo categórico kantiano”.
[22] Campbell, Joseph, El héroe de las mil caras, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2005. p. 137
[23] Evangelio según San Juan, I-13
[24] Aristóteles, Metafísica IV, I. “Y puesto que buscamos los principios y las causas supremas, es evidente que éstas han de serlo necesariamente de alguna naturaleza por sí misma.”
[25] Aristóteles se refiere al principio de no contradicción (PNC).
[26] Lucas, Georges, Bonus track, Strar Wars.
[27] Que Campbell identifica como una diosa que hace su aparición bajo múltiples disfraces.
[28] Campbell, Joseph, El héroe de las mil caras, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006. p.272
[29] Según el Dharmapada, sutras del Darma, recopilación de la doctrina atribuida a Buda Siddharta Gautama, 566-486 a.C., transmitida oralmente a sus discípulos.
[30] Definición de Sutra
[31] La sabiduría de Buda, Ed. Grupo Anaya, 1993, Madrid. p.155
[32] Buda antes de morir dirá: “Éste es el destino de todos los seres vivientes. Ninguno hay que sea imperecedero, y hasta lo inorgánico se descompone”, Cohen, Marcelo, Buda, Ed. Norma, Colombia, 2000, p. 99
[33] A pesar de frases como la de Palpatine “El bien es un punto de vista, Anakin”
[34] Esteban Ierardo, "Mito y ciencia", conferencia dictada en centro cultural